Llevo
un par de semanas en que me reúno con mis amigas y casualmente todas tenemos la
misma historia, una ruptura amorosa que nos dejó con el corazón roto en mil
pedazos. Relaciones que aparentaron ser las relaciones perfectas, no había un
si o un no, no habían peleas, todo era color de rosa, nosotras nos arriesgamos a
darnos una oportunidad con ellos después
de desmedidos cortejos y palabras bonitas. Volvimos soñar con un hogar, con el
apartamento para los dos, porque como dice la canción “Nos pintan pajarito en
el aire”. Un día sin saber por qué estos personajes que nos han hecho soñar y
nos han hecho tan felices empiezan a cambiar… nosotras extrañadas insistimos en
preguntar: ¿que te pasa?… estás raro ¿de verdad no te pasa nada? y ellos se
empeñan en negarlo y se ponen hasta agresivos cuando uno les pregunta. Un día
se llenan de valor y nos dicen “Tenemos que hablar”. Ya la sentencia está
escrita. Lo que da piedra es el discurso que nos echan (y no hablo solo de mi,
hablo de todas mis amigas porque a todas nos han echado el mismo trillado
discurso de cajón): “No eres tu… soy yo… eres una gran mujer… eres especial…
soy muy feliz al lado tuyo… pero en este momento quiero estar solo… ando confundido…
lo que menos quiero es hacerte daño y tu no mereces mi indiferencia… y bla bla
bla. Nos llenamos de lágrimas, no sabemos que decir. Unas lloran, otras ruegan,
y en mi caso respondo con mil piedras en la mano y mando a ese tal por cual
para el infierno por decirlo en términos no censurables en mi Blog. Pero sea
cual sea la reacción de nosotras, hay una constante y es el vacío que queda y
la cantidad de preguntas sin respuesta: ¿en que fallé? ¿Si soy tan buena mujer,
porque no se queda conmigo? ¿Si no me quiere hacer daño para que me conquistó
con palabras y promesas que no podía cumplir? Y esas preguntas si son lágrimas
profundas, que duelen hasta en las costillas.
¿Será
que existe una Universidad donde les enseñan a todos el mismo discurso, como si
fuera una poesía que deben recitar en un examen? Porque de verdad es el mismo
discurso. Hombres… por favor, traten de ser más originales o digan la verdad. Que
no nos quieren hacer daño … ¿Daño? ¿Y es que no hace más daño una mentira? No…
de verdad que patético. Entonces lloramos sin parar, dejamos de comer, y
empezamos a vivir todas las normales y ya mencionadas antes en mi blog "etapas
de la tusa". Pero lo mejor de todo no termina ahí, pasan los días y nos da por
ver el Facebook y mágicamente estos personajes que nos acaban de terminar y que
querían estar solos, han cambiado su status a “en una relación”; o una amiga
nos cuenta que vieron la foto de nuestro ex con otra mujer dándose un
beso. Queda uno fuera de lugar. Vaya… ¿No
que querían estar solos? Discurso trillado, deberían cambiarlo y decir la
verdad “No eres tu, soy yo y la otra nueva que llegó a mi vida”. Si no nos
quieren hacer daño, ¿para que dicen tantas mentiras? ¿No que somos mujeres
increíbles y la pasan muy bien con nosotros? Señores, la verdad duele pero la
aceptamos… en cambio las mentiras son como un puñal en el corazón que de verdad
te hace detestar a la persona que alguna vez amaste.
Hombres!!!! no se esmeren tanto en decir mentiras, al fin y al cabo en el mundo cibernético
en el que vivimos no hay nada oculto. Y otro concejo, cambien el discurso que
de verdad ya sabemos cual es la verdad detrás de todas esas palabras decorativas
que le ponen. Sean francos… si tuvieron los pantalones para conquistarnos y
para prometernos tantas cosas, tengan los pantalones para aceptar la realidad
de esa terminada. Ahorren saliva… créanme, no es tan divertido y el dolor es
más intenso cuando uno se entera de la verdad por otro lado. No vale que los
bloquemos a Facebook, no vale que nos bloqueen, uno siempre se termina
enterando de la verdad.
Entonces
la próxima vez que alguna mujer le vuelvan a dar el discurso de: “no eres tu…
soy yo… quiero estar solo…” complementen diciendo… Bla bla bla: “no eres tu…
soy yo y la otra nueva que apareció en mi radar”, “quiero estar solo con ella y
tu sobras en mi foto”.