En una entrevista de trabajo me
dijeron que buscaban personas que estuvieran dispuestas a salir de su área de
Confort y buscaran siempre cosas nuevas, con iniciativa y dispuestas a
reinventarse en cada nuevo reto; me preguntó entonces si estaba dispuesta a
salir de mi área de confort… Yo me quedé en silencio sin saber que contestar.
¿Salir de mi área de confort? me contesté entonces a mi misma sin emitir
palabra: “pero si eso es lo que hago todos los días desde que inicié mi nueva vida
en Madrid, todos los días busco un motivo para reinventarme, ordenar mis
pensamientos y tratar de no cometer los mismos errores”. Aun en silencio me
armé de valor y contesté al entrevistador: “mi curriculum habla por mí, pues
inicié una nueva vida en un país diferente al mío”. No sé si la respuesta
convenció o no a mi entrevistador, pero me volvieron a llamar… así que… creo
que acerté con la respuesta. Al salir de la entrevista me quedé pensando a
cerca del tema, de cómo había salido de mi zona de confort y me entró una gran
nostalgia… no sé todavía si fui, o sigo siendo, una valiente o una tonta, pero
todos los días lucho por esta nueva vida que me empeñé en vivir hace ya un
tiempo.
Cuando llegué a España con mis
sueños en la maleta y dejando los recuerdos en mi país, para atreverme a empezar
de nuevo, tuve un millón de tropiezos, de lágrimas y en medio de todo hasta
sonrisas. Los primeros días no fueron fáciles… la cultura, las costumbres y la
forma de pensar son muy diferentes. Solo conocía tres expresiones: “Eso no se
hace”, “Eso no se dice” y “eso no se usa”. Solía pasar horas al frente de mi
ropero pensando como vestirme, no quería hablar porque seguro no entenderían lo
que iba a decir y cuando pedía un tinto me daban una copa de vino; sentía que
no pertenecía a este lugar. Sin embargo con los días llegaron los momentos
felices con las fiestas, los nuevos amigos y ese alguien especial que no podía
faltar.
Volver a empezar no es fácil… es
muy difícil. Hay días que me pregunto cómo fue posible que cambiara mi vida… pero
veo mi nueva casa, la familia que yo escogí, los amigos que quiero tanto y a
esa persona especial que llena mi días de cosas encantadoras y todo vuele a
tener sentido. Esta es la aventura que yo construí y por lo que decidí apostar.
Sin darme cuenta dejé de ser turista para ser la eterna extranjera en Madrid.
Ahora pienso que vale la pena salir del área de confort, probar y afrontar
nuevos retos por difíciles que parezcan. Siempre vale la pena y la condición en
no decaer. Entonces me miro y me respondo esa pregunta: “Ya una vez salí de mi
área de confort y estoy dispuesta a salir de ella las veces que sea necesario
siempre y cuando vaya detrás de mis sueños”.