He estado durante toda la tarde
oyendo una emisora de nombre “Fantástica”. Descubrí que me encanta. ¿Pero por qué me encanta? Me sé todas las
canciones. Aquellas canciones de Soda Stereo que escuchaba cuando estaba en el
colegio. O que tal volver a oír a los Prisioneros con su ”Baile de los que
sobran”; o las canciones de Shakira… esas canciones de su álbum “Pies
descalzos”, cuando era pelinegra y gordita aun. O que tal las canciones de
Franco De Vita como “Somos tres”; o a Juan Luis Guerra con “Ojala que llueva
café en el campo” o “Te regalo una Rosa”. Esas canciones con las que tantos
aprendimos a bailar y oíamos en los bazares y en los proms de los colegios.
El que empezó a leer esto y se
siente identificado es porque es de mi generación, pues son las canciones de
finales de los 80 que seguían siendo un hit durante los 90s. Son las canciones
que definen nuestra ideología, nuestra manera de pensar y de vivir, nuestra
identidad. Pero el remate de todo fue escuchar “Mi Generación”, esa canción que
cantaba Andrés Cepeda cuando existía Poligamia. ¿Se acuerdan? “Yo nací con mis
vecinos, cuando hablar era un delirio, allá en el 73…. (…) De mi casa hasta
Unicentro, nunca tuve mucho tiempo para preguntar por qué… “ Claro, esto lo
entiende mi generación colombiana, más que las generaciones de otros países,
aunque hay factores comunes entre todos.
Somos una generación que se
debate entre el estrés y el éxito, entre el hogar y la vida laboral. Y la peor
parte no la llevamos las mujeres. Aunque gracias a muchos esfuerzos, y a la
falta de tiempo de hoy por el afán de sobresalir, los hombres han aprendido a cocinar,
a arreglar la loza, y a mantener el orden del hogar. Esto no hace felices a
muchas mamás de estos nuevos hombres, que crecieron bajo el principio de que el
hombre se debate en la esfera pública y la mujer en la esfera privada del
hogar. Pero esta fue la vida que nos tocó vivir a todos. Nos guste o no. Hoy Hombres
y mujeres trabajamos a la par y así nos debemos ayudar Sin embargo somos una
generación inestable. Todos sabemos que hoy estamos en un lugar, pero mañana no
sabremos donde vamos a estar. Una generación en la que no existe la seguridad
laboral, no existen las parejas de amor eterno como las que vivimos con
nuestros padres. Todo termina, todo es volátil, como nuestro diario vivir.
Estamos tan preocupados por el presente, y por el mucho trabajo que tenemos
diariamente, que dejamos de lado otras cosas sin darnos cuenta que el trabajo
seguramente mañana no lo tendremos. Somos ambiciosos y todos soñamos con
nuestra empresa para no pensar en que mañana terminaremos sin trabajo y sin
saber que hacer. Una generación donde nos esforzamos por aprender cada día más,
y conseguir una mejor oportunidad laboral. Esa generación X de la que habla
Andrés Lopez en la pelota de Letras. Mujeres que nos debatimos entre ser mamás
y el ser ejecutivas, la independencia y la libertad y el deseo innato en muchas
de nosotras de ser mamás. Una generación que se contradice todo el tiempo entre
su afán y sus sueños.
Una generación condenada al estrés,
al afán, al correr cada día con más cosas de las que podemos hacer para sentir
que somos útiles e indispensables. Personas que día a día nos queremos devorar
el mundo. Una generación que aun sueña con las canciones que hicieron parte de la
banda sonora de nuestras vidas en la adolescencia. Aquellas canciones con las
cuales nos llenábamos de energía y alimentaban nuestras ganas de ser grandes. El
poder hablar de sexo a viva a voz cuando aun era un tabú, poder ver a la persona
que amabas a través de “La persiana Americana”. Tiempos en los que estábamos
llenos de sueños, sin saber con el mundo que nos íbamos a enfrentar. Un mundo
donde todo es afán, todo es para ya, y como la tecnología va más rápido de lo
que nosotros podemos ir, todo es más rápido, más inmediato. Y tanto frenetismo,
en el fondo ha condenado a mi generación a la enfermedad, a la frustración y a
la inestabilidad.
¿Si no hay una estabilidad
económica, como puede haber una inestabilidad emocional o de pareja? Hay quienes
lo logran, los admiro. Pero la carrera va tan rápido para saciar nuestra
ambición, que la familia y la pareja han quedado en segundo plano. En el caso
de las mujeres, o de mi caso, la mayoría hemos luchado tanto por ser
profesionales que cuando queremos armar una familia no tenemos como, estamos solas.
Siempre hemos dejado ese frenético afán por encima de pensar en formar una
familia como en la que nos tocó crecer. Entonces ya estamos demasiado grandes,
y como tener pareja ha sido un tema secundario en nuestras vidas, ahora no es
fácil estar con alguien. Nos acostumbramos a ser demasiado independientes.
Entonces nos quedamos muy solas. Además porque siempre tratamos de tener más
plata porque nunca sabemos cuando nos vamos a quedar sin trabajo, y hay que
estar preparadas. Entonces los ideales que nos inculcaron pequeñas y los juegos
de muñecas, quedaron en los armarios de las casas de nuestros papás. Nosotras
nos dedicamos a ser profesionales y a correr sin saber a donde, pero a correr sin
sentido. Digo sin sentido porque en el momento en el que ya se acabó el
trabajo, se nos acabó la fuente de nuestras vidas, la razón de ser y queremos
morir. Pero no es un problema solo de las mujeres, los hombres también van en
una carrera que no saben donde parar, y un miedo a formar familia porque no van
a tener como sostenerla. Si difícilmente se sostienen a ellos mismos. La
pregunta entonces es: ¿que pasa si
forman una familia, y mañana se quedan sin trabajo? ¿Que pasa con su familia?
Con el sueldo de una sola persona no alcanza para el diario vivir.
Somos una generación triste, que
ha vivido la violencia en carne propia. No conozco la primera familia
colombiana que no tenga un secuestro cerca, o a la que no le haya estallado una
bomba al lado de la casa, o del carro, o de la oficina. Una generación que
además de toda la inestabilidad que vivimos, aprendimos a agachar la cabeza
mientras las balas se cruzan para poder seguir corriendo en nuestro afán por
salir adelante con las pocas herramientas que nos la sociedad. Somos nosotros
solos contra el mundo.
Somos el resultado de una
generación dolida, que anda en el afán incontrolable por salir adelante, pero
es una generación más sola que acompañada. Una generación que va de afán por el
mundo por defender un momento, porque a largo plazo no pensamos. Seguro no
tendremos trabajo y hay que mirar como podemos hacer de ese tiempo un momento
más seguro. Una generación Workoholic que va de frente al mundo afrontándolo
todo y poniendo la cara así el golpe lo recibamos en pleno. Pero entonces pensamos
que son los golpes los que nos harán más fuertes. Esa es mi generación, pues al
final solo quedará el baile de los que sobran, y no queremos ser uno más del
montón… así ya lo seamos.
¿Donde quedaron los sueños de las
canciones? ¿Donde quedaron los sueños de grandeza? Se perdieron en nuestro afán
por sacar adelante el día a día.
Prima, plenamente identificada. A eso sumale la cantidad de hombres cobardes que no son capaces de tener a su lado mujeres berracas y luchadoras, porque sienten amenazada su hombria, entonces prefieren quedarse solos que luchar por las que si valen la pena.
ResponderEliminarTotal mi Saris!!! que bueno que lo leíste. Te adoro
Eliminar