Introducción

Siempre he querido tener un espacio en el que pueda publicar mis escritos para aquellos que los quieran leer, no sigo reglas y simplemente dejo a mi imaginación que escriba lo que quiera decir. Escribo de todo, de la vida, bitácoras de viajes, lo que me preocupa y mil cosas más. Bienvenidos a todos aquellos que quieran conocer mi mundo!

miércoles, 11 de mayo de 2011

MIS PRIMERAS EXPERIENCIAS MEXICANAS.

Hace pocos días llegué de México… y la verdad cuando me desperté esta mañana lo único que deseaba era estar allá de nuevo. Pero como siempre lo peor de las vacaciones es regresar a la cotidianidad del día a día, y no queda más que recordar lo que viví en un viaje inolvidable al lado de mis grandes amigas, de amigos que conocí durante mi travesía, y de un escenario histórico y artístico excepcional que nunca pensé me fuera a impactar tanto. 

Empezaré entonces mi historia contando por qué escogí México como destino para pasar mis vacaciones. Hace unos años me fui a Cuba durante un mes, para hacer un taller de fotografía en la Escuela de Cine de San Antonio de Los Baños. Iba llena de ilusiones y de expectativas porque parecía que sería un viaje inolvidable. Y no estaba equivocada. Al llegar a la escuela me encontré con tres personas encantadoras, una española y dos mexicanas, que además de ser excelentes fotógrafas llenaron mis días y se volvieron mis amigas inseparables, mis cómplices de viaje, mi conciencia y la razón para siempre estar de buen humor. Durante un mes Vivimos juntas y nos hacíamos llamar las 4 hermosas chicas del numero PI, pues nuestro apartamento era el número 314. Vivimos los mejores días juntas entre risas, fotos, clases, fiestas, borracheras y Bucaneros. En fin… cuando nos despedimos las 4 prometimos no olvidarnos de las cosas vividas ni de nuestra amistad, y contrario a todos los pronósticos de todas las promesas que se hacen en una despedida, ha sido así. A una de ellas la había visto alguna vez porque había estado de paso por Colombia en una travesía por Latinoamérica, pero solo por muy corto tiempo y no había sido suficiente. Entonces un día de nostalgia recordando aquellos días cubanos, y después de cuatro años sin verlas, decidí volver a hacer maletas e irme al país de los tacos, el tequila y el mezcal, a visitar por lo menos a dos de aquellas amigas que fueron tan importantes para mí en Cuba. Solo faltó Almu, la española, y mis vacaciones hubieran sido más que perfectas. Pero no importa, porque queda entonces pendiente un reencuentro para vernos las cuatro hermosas chicas otra vez en cualquier parte del mundo.

Vinieron los preparativos del viaje, la compra del tiquete, la búsqueda de la plata, hasta que se llegó el día. Un jueves Santo en la mañana llegué al aeropuerto de Bogotá y tomé el avión rumbo al DF Mexico. No sabía exactamente a donde iba a llegar, si mis amigas me estarían esperando en el aeropuerto, si de verdad todavía íbamos a ser tan amigas como lo fuimos en Cuba, o si solo había sido Cuba lo que nos había unido. Iba llena de expectativas y emociones encontradas por volverlas a ver. Aterricé, los trámites reglamentarios de inmigración, esperar las maletas mientras la expectativa crecía. Cuando salí lo primero que vi, y me llenó de emoción, fue a mis dos amigas con sus novios esperándome con un tequila y un par de cervezas en la mano. En ese momento me di cuenta que esas amigas que habíamos sido en Cuba, éramos las mismas y nos unía el mismo amor como si no hubieran pasado los años. Eran las mismas; de pronto con otro peinado, con más años, con canas, una de ellas embarazada, pero al fin y al cabo las mismas amigas de siempre. En ese momento, me dieron ganas de llorar, de reír y celebrar aquel momento que daba inicio a mi gran travesía por México, una vez más en compañía de mis cómplices y amigas Talía y Ale. Todo empezó de la mejor manera y con un trago de Tequila como debe ser.

Llegamos todos a la casa de Talía en el centro de Coyacán. Nos adelantamos de los respectivos chismes, seguimos tomando cerveza, me dieron un tour por la casa, me presentaron a las perras Areta y Yanis, y luego salimos a comer por el barrio donde también vivió la familia Kahlo. Pasamos por el parque de Frida, y no podían faltar las fotos para documentar mi viaje. Todas las esquinas eran un buen lugar para tomar fotos pues todo es colonial, hermoso, y con un toque de color propio de México. Ese día la gente estaba en la calle por ser un día festivo y se respiraba aire a tacos, churros, y picante. Se nos unieron más amigos a la fiesta de bienvenida, amigos que mas adelante marcaron aun más mi viaje, y llegamos entonces a La Bipo (un restaurante que en sus inicios había sido de Diego Luna). Pedimos la respectiva comida y me iniciaron en la pasión por el Mezcal (bebida mexicana que al igual que el tequila sale del maguey, pero es más fuerte y fabricada de forma más artesanal. Aun se destila en ollas de barro y se pasa con rodajas de naranja, sal de gusano, y cerveza). Comimos quesadillas de Flor de Jamaica, marranitas, tacos en todas sus formas, y fue mi primera enchilada a causa del pique. Todos morían de risa, y de ahí en adelante todo lo pedía; “sin picante por favor”… bueno lo que se podía pedir sin picante. Luego fuimos a otro bar del sector llamado la Coyoacana, y después de tomar varios mezcales a mi se perdían los ojos. La fiesta, la comedera, y el constante chisme habían iniciado su curso en un viaje inolvidable.

Al día siguiente, el guayabo, o más llamado cruda, a causa de los mezcales me consumía. Sin embargo había que aprovechar cada minuto. Nos despertamos tarde, desayunamos un par de quesadillas y nos fuimos rumbo a Xochimilco, o también llamado la Venecia Mexicana que en vez de góndolas tiene Trajineras. Ese día era viernes Santo y estaba lleno de gente lo que lo hacía más emocionante. Las trajineras parecían carros chocones en feria de pueblo, y el folclor mexicano apareció en todo su esplendor y belleza. El viaje por los canales de Xochimilco  lo iniciamos Ale, su mamá, su hermano y yo, en una trajinera que se llamaba Michell. Pasaban por nuestro lado trajineras de todos los colores y nombres de mujer; habían Margaritas, Alejandras y Talías por doquier. Otras trajineras vendían quesadillas, gaseosas, cerveza, dulces picantes y hasta flores. Pasaban otras con los mariachis cantando y con los grupos de música norteña. No había razón para bajarse a tierra firme, pues todo estaba en el agua navegando por los canales. Cuando íbamos por la mitad del viaje, nos alcanzó Talía con su novio y alargamos el paseo una hora más. Pasamos entonces por una isla con muñecas colgadas en los árboles de forma dramática, y el conductor de la trajinera nos dijo que era la isla de las muñecas. Talía lo refutó y dijo que era solo una réplica de la verdadera isla, pues esta quedaba a dos horas de camino en trajinera desde el puerto. La verdadera isla ubicada entre los canales de Xochimilco según dicen, esta llena de muñecas colgadas por todos lados y se convirtió en atracción turística por la demencia de un hombre. La historia de esta, que la supe por boca de Talía, es que el señor que vivía en esa isla decía que lo perseguía una niña y lo asustaba todo el tiempo, entonces llenó los árboles y la isla de muñecas en tétricas posiciones: degolladas, colgadas del pelo, ahorcadas, rayadas, y con apariencia diabólica. Bueno… me quedé con la imagen de la replica de la isla de las muñecas, que ya fue lo suficientemente tétrica y me puedo hacer una idea de lo que puede ser la verdadera isla. Además es un buen pretexto para volver. Entre cervezas micheladas con sabor, y cervezas normales nos pasamos un rato muy especial todos juntos a bordo de Michell. De regreso a la ciudad la mamá de Ale me invitó a comer Pozole, un plato típico de México (es una especie de sopa hecha con un maíz muy peculiar que es grande y se llama nixtamalización, eso si lo pedí sin pique). Un plato típico que como toda la comida mexicana, me pareció exquisito y recomendable. Luego pasamos por el Zócalo (centro de México) en horas de la noche. Cuando lo ví me quedé sin aire. El Palacio de Bellas Artes, los miles de edificios tipo europeo coloniales, los edificios de Gobierno, su imponencia, su belleza, y todo lo que veía me dejaba sin aliento. Luego pasar por la avenida Reforma y ver el emblemático monumento del ángel de la independencia mexicana. La verdad las palabras son pocas para describir tanta belleza y tanta imponencia. Cuando vi eso, me di cuenta por que México es un país tan importante; no solo por su grandeza, sino por su gente, por su belleza, por su cultura, por su arquitectura y por su historia.  

Pero sigue mi recorrido, otro día Ale me llevó por el bajo mundo del DF. Fuimos al famoso bazar del Chopo que se instala únicamente los sábados. Se ubica en la Terminal de Buena Vista de la línea B del metro, y es donde todos aquellos excéntricos encuentran su lugar. De camino al Chopo, nos fuimos en bus que al igual que en Colombia es toda una experiencia para ver los vendedores ambulantes y demás. Ale me compró una colombiana para que la probara, no me la pude comer pues en mexico hasta los dulces pican. Cuando llegamos al Chopo se ven los punk con sus gigantescas crestas, los roqueros, los metaleros vestidos de negro de pies a cabeza, y otros más. Allí todos aquellos pertenecientes a la contracultura mexicana, consiguen sus discos, sus camisetas, sus excéntricos atuendos, los corsés de las mujeres, y las cosas más curiosas que se puedan imaginar. Hasta tienen una carpa con cine club en medio del calor. Es un lugar surrealista y sacado de la cotidianidad. En medio del bazar me sentía en un zoológico con animales humanos de todas las formas y figuras habidas y por haber. Además animales resistentes e inmunes al calor con tal de no quitarse los largos gabanes negros (todavía no entiendo como hacían pues yo moría del calor y tenía una camiseta y un jean, y los metaleros de negro con buzos y gabanes). Cuando terminamos nuestro recorrido por el bazar y no dábamos más del calor, nos sentamos en una tienda del lugar a tomarnos una Caguama (la Caguama es una cerveza de casi un litro helada, marca Indio, que se toma de manera personal y que difícilmente se puede agarrar con las dos manos). Me causó mucha gracia el nombre y el tamaño de la cerveza, y no faltó la foto. Después de refrescarnos fuimos a la plaza de mercado a comer en un establecimiento llamado Lola La Trailera, comimos tacos con agua de Horchata (es un bebida que se prepara con el agua del arroz, y es deliciosa). Que buenos tacos. En la plaza pude presenciar todas las clases de chiles que existen, de frutas, y de pencas que también son comestibles. Fue un encuentro directo con la cultura gastronómica mexicana que empezaba a conocer.  

En la tarde quedé de encontrarme de nuevo con Talía, pues sus papás me invitaron a comer. Eso fue lo más especial: que mis amigas me involucraron en sus vidas y con sus familias, y ambas familias me llenaron de atenciones especiales y momentos inolvidables. Entonces seguí con mi deleite gastronómico. En casa de Talía tenían lo que en Colombia llamamos un asado, pero un asado acompañado con tortillas, con salsas picantes (la picante y la no picante que igual picaba), picadillo de Nopal, Crema, y cerveza. Una deliciosa comida en familia. Pasamos una tarde entre anécdotas, momentos y dichos mexicanos que me sacaron más de una carcajada. Y por la noche llegó el momento de la rumba y el mezcal. Rafael el hermano de Talía, a quien ya había conocido en Colombia pues había pasado una temporada ahí por trabajo, me llevó a la tan esperada por mi plaza Garibaldi. La plaza donde yo encontraría a todos los Mariachis cantando las canciones que tanto me gusta cantar. Pero para hablar de la plaza Garibaldi, necesitaría un página entera. Más bien la dejaré para un próximo escrito haciendo un recuento de mi maravilloso viaje por México, pues en un solo escrito dejaría de contar muchísimas cosas que me encantaría escribir en su totalidad. Entonces este escrito continuará pues hay mil cosas que contar y mil anécdotas que no quiero olvidar.

El viaje México continuó entre risas, anécdotas, amores, comida, mezclaes, cervezas, y lo más importante siempre acompañada de Ale y de Talía mis hermanas Mexicanas.   
  

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