Los que ya me han leído saben
que tengo una fuerte aberración con los cuentos de hadas, pero es que de verdad
esos cuentos marcaron mi vida y me dañaron la existencia. Además alguna vez me
dijeron que parecía salida de un cuento, y me lo creí. Pero para contextualizar
la historia, tengo que hablar de mi prima la pelirroja. Ella es completamente
opuesta a mi. Es una pelirroja natural, de ojos verdes, boca de confite, y
actitud encantadora. Nunca le gusto el cuento de las princesas y se veía más
como la protagonista de la película Rebelde de Pixar. A ella le gustaban las
aventuras, y a mi las muñecas. Igual siempre fuimos un dúo dinámico, y llenamos
nuestras vidas de historias y anécdotas para morir de risa. Historias de una rebelde
y una princesa que poco sabía aventurar, pero que gozaba con cada locura de su
cómplice la pelirroja. El cuento va a que
hace unos años, estábamos en un café medio bohemio, que es difícil de encontrar
en el Parque Lleras de Medellín, y estábamos tomándonos un café. Raro en nosotras, pero
fue verdad. El mesero que nos atendió, se quedó mirándonos… después de varias
visitas a la mesa donde estábamos sentadas, nos dijo que las dos parecíamos
salidas de un cuento de hadas. Las dos nos miramos, y nos quedamos pensando… No
supimos si decir gracias, o que. Quedamos sorprendidas. Mi prima con su pelo
rojo casi hasta la cintura y sus ojos verdes brillantes, y yo con mis crespos enmarcando mi cara y los ojos sorprendidos. Cuando el mesero vio nuestra sorpresa, nos dijo que de
verdad parecíamos mujeres irreales. Mi prima me miró y se quedó pensando… Luego
dijo, “Oiste... si salimos de un cuento de hadas ¿de cual fue que salimos?”. Yo
reventé de la risa, y le contesté que ella de Rapunzel y yo de Blanca Nieves
que era la única princesa pelinegra que existía en los cuentos. Las dos no reímos por un rato y el hecho hizo parte de la lista de historias y
sucesos que vivimos juntas. Sin embargo yo me quedé con la historia viva en mi
cabeza, y de verdad me creí que parecía una princesa. Una princesa que sin
querer busca un príncipe azul, pero parece que no lo busca bien porque solo
termina estando con sapos que de príncipes no tienen ni una sola verruga.
Pero el cuento va a que sé que
no soy la única que se cree princesa. Muchas de las criadas con la fatal tara
de Disney, soñamos con ir por la vida buscando al príncipe azul que nos
corresponde y que al final del cuento nos casáramos y seremos felices hasta el
final. Aunque odio ese lema, me doy cuenta con los años que también lo ando
buscando. Y la verdad en casi todos los casos al contrario de que los sapos se
conviertan en príncipes, los que parecen príncipes con los días se convierten
en sapos. Como hacer para no encontrar tanto sapo, y ver por fin a un príncipe?
A mi no importa si tiene caballo blanco, o va vestido de azul... yo solo quiero
un hombre real que me quiera como soy. Porque la verdad, aunque me crea el
cuento de que soy una princesa; poco tengo de princesa tengo más de mujer
confundida y real, y que a veces confunde los cuentos con la realidad o quiere
hacer de la realidad una fantasía. ¿Será mucho pedir un hombre real, que me
quiera y me acepte como soy, con mis fantasías, mis locuras, y mis ínfulas de
mujer independiente? Soy toda una paradoja, una mezcla entre mujer independiente
y dependiente princesa de cuentos de hadas. Y que esa fatal mezcla la ha
llevado a buscar en los pantanos lo que debería buscar en los castillos.
Jajajajaja no me acordaba de esa historia del mesero que risa. A todas estas los sapos no saben de lo que se estan perdiendo.....
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